De lo barroco a lo contemporáneo, por el lado izquierdo comienza la obra, retratando una realidad barroca, en pleno siglo XVII, la crisis se hacía notar y Murillo lo supo representar, jóvenes en posiciones cotidianas vistiendo ropas cotidianas; al fin y al cabo viviendo la cotidianidad, sujetos a un modelo que no les beneficia. un modelo que centraliza el poder solo en algunos pocos, pero sin mucho que hacer al respecto. A medida que uno avanza se ven niños mucho más activos, dejando de lado lo estático y sumiso, para abrir paso a la acción y reacción. Jóvenes levantando pancartas y armándose para que no los pisoteen más. Cuestión que se evidencia hoy en día. Los niños marginados y olvidados por un sistema que solo coharta su libertad escapan de los muros carcelarios, de las jaulas del ego, de las ataduras que toda una sociedad les impuso siempre. Y ya no tienen pena, tienen más rabia pena. El conflicto global denominado pandemia, se ha encargado de opacar algunas problemáticas, como lo es el abandono y pobreza, haciendo que aquellos niños, que vendrían representando a toda una población olvidada, se armen de valor y tomen las acciones correspondientes por su cuenta. Esto explica el levantamiento de los territorios, la institucionalidad cada vez pierde más credibilidad y el sistema poco a poco se va derrumbando, espero que algún día se solucionen estos problemas de raíz y no solo se evadan.
En forma técnica el lado izquierdo tiene un carácter más barroco, acentuando el claroscuro, para realzar personajes, luego va tomando un tono más claro que recae en un personaje armado, símbolo de la fuerza y resiliencia de la niñez, quien pisa elementos actuales, como lo son las mascarillas, dinero y pantallas que más que acercarnos, nos han alejado de lo importante, de nuestra humanidad.
Materiales utilizados: Ramas, tinta china, esponja, confort y pinceles.
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